Friday, May 19, 2006

Entrevista a un 'sin techo'

A.G., un joven ecuatoriano que llegó a Barcelona hace cinco años, cuenta cómo es su vida viviendo en la calle

“La vida da muchas vueltas”

Hablo con A.G. y está dispuesto a contestarme todo lo que le pregunte, pero con una condición: no revelar su nombre, a pesar de saber que esta entrevista no saldrá publicada en ningún medio
(no pretendía colgarla en el blog pero, al final... aquí está. Como no aparece su nombre, no hay problema). En la puerta del comedor para indigentes al que acude varias veces por semana, situado en el Real Monasterio de Santa María de Pedralbes, en Barcelona, me atiende amablemente y escucha mis explicaciones sobre las preguntas que le voy a hacer. Son las 18.30h del 28 de abril de 2006, y las personas que han ido a comer a este lugar ya se marchan. Este joven ecuatoriano se queda conmigo y me cuenta su historia. Duerme en una boca de metro de Barcelona y no tiene trabajo. Todos los días sale a buscar, pero solo encuentra dificultades.

Pregunta - ¿Cómo conoció este comedor?
Respuesta - Un día, un “vago” (indigente) amigo mío me trajo a comer a este lugar. Me gustó mucho la comida, y se estaba bien. Me sentía a gusto. Desde entonces vengo acá bastante.

P - ¿Qué le gusta de él?
R - La comida y la atención que dan.

P – Usted no es español… ¿Cuál es su situación desde que llegó a nuestro país?
R – Bueno, yo soy ecuatoriano, y llegué solo a España, sin mi familia, hace cinco años. Vine con la intención de quedarme a trabajar. Hace dos semanas trabajaba, pero “recién” (hace nada) se me acabó el contrato y no me renovaron.

P - ¿Vive solo?
R –
Sí, sí, vivo solo.

P - ¿Dónde?
R -
En la boca de metro de Llucmajor, en la Línea 4. Bueno, duermo ahí.

P - ¿Podría decirme cuáles son los motivos que le han llevado a vivir así?
R –
Llegué de Ecuador solo, no tenía a nadie en España, no conocía Barcelona, y me costó mucho tiempo encontrar un trabajo. Si no tengo trabajo no puedo tener dinero para pagar un piso o una habitación. En Llucmajor no tengo que pagar nada.

P - ¿Cómo era su vida antes de llegar a España y tener que vivir en la calle?
R –
Muy perra (se ríe), igual que acá. Tengo 27 años y hasta que me fui de mi país vivía con mis padres. Ellos me mantenían, yo no me preocupaba por pagar nada. Me acostumbré a vivir así, y ya me ves ahora. (Se ríe de nuevo).

P – ¿Cree que hay culpables de que usted esté en esta situación?
R -
¿Culpables? No, no, no… Bueno, sí, yo, que nunca me he preocupado realmente por trabajar. Soy un “perro”.

Nos interrumpe un compañero suyo del comedor, Ricardo, que sale ahora. Quiere que le entreviste también a él, y A. G. le responde que ahora me está atendiendo él. Se acercan dos compañeros más, se presentan, me dan la mano y se marchan.

P - ¿No recibe ayuda por parte de ninguna institución pública?
R –
No, nadie me ayuda, pero creo que tampoco lo necesito. De momento, vivo sin ayuda, yo me busco la vida. Tengo donde comer y donde dormir.

P - ¿Tiene compañeros o amigos en su misma situación?
R
Sí, tengo amigos. Todos trabajan pero les veo acá cuando venimos a comer.

P - ¿Podría describirme un día en su vida?
R –
Pues antes de que me quedara sin trabajo, me levantaba e iba a trabajar. Después no hacía nada importante, cosas normales. Ahora, cuando me despierto, voy a comprar el periódico, el “Primeramà”, y miro las ofertas de trabajo. Si encuentro algo, me informo sobre el empleo. Por la tarde, cuatro o cinco veces por semana vengo al comedor, porque se come muy bien, la comida está muy buena. Y bueno… nada más.

P - ¿Ha tenido problemas para encontrar trabajo?
R -
Sí que he tenido, muchos, y aún los tengo, ¿no ves que no tengo trabajo? (Se ríe)

P - ¿Qué dificultades ha tenido?
R –
Bueno… una vez fui a un bar que necesitaba camarero. Hablé con el encargado, me preguntó por casi toda mi vida y por mi situación aquí en España… y no me dio el empleo. Pues los problemas han sido así, más o menos. Aunque tampoco he ido a muchas entrevistas… (Se vuelve a reír)

P – No sé si sabrá que hace pocos meses, unos chicos mataron a una 'sin techo' que dormía en un cajero automático. Dijeron que la situación se les fue de las manos, que solo querían asustarle, pero la escena fue captada por las cámaras de seguridad del cajero y se pudo comprobar que no lo hicieron sin querer. Esto causó una gran indignación pública. Además, por Internet han circulado vídeos donde se veía a algunos jóvenes dar una colleja o una paliza a un 'sin techo'. Preguntarle si le ha pasado esto a usted no me parece lo más sensato ni lo más oportuno, pero sí me gustaría saber qué le diría a estos desalmados que hacen estas cosas por diversión.
R –
Que la vida da muchas vueltas. Ahora pueden estar haciendo esas cosas a los “vagos” y en un futuro quizás les toque a ellos pasar por eso. Ojalá aprendan. Yo no hago eso para divertirme. Son mala gente.

P - ¿Cree que la sociedad en la que vivimos tiene muchos prejuicios con los indigentes? Y en su caso, además, ¿por ser inmigrante?
R –
Pues no sé qué decirle. Se nota que yo no soy español, y no he tenido ningún problema. Es más, una vez tuve una pelea con un chico en Llucmajor, pero él era de Colombia. Sí es cierto que a veces la gente me mira “raro” pero, por suerte, nunca me ha pasado nada malo. No sé si tiene muchos prejuicios con nosotros, pero sí que los tienen los encargados de los empleos que no me contratan. (Risas)

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